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Lunes, 04 Marzo 2019 00:00

Brilla oportunidad de negocio residencial de alto valor en las costas

Mercado toma un segundo aire y retoma el desarrollo en el Pacífico Norte y añade propiedades exclusivas en el litoral sur. Mercado maduró tras crisis y renace en el nicho de lujo con una conformación de precio menos especulativa.

Por María Fernanda Cisneros y Daniel Chacón, mfcisneros@inversioninmobiliariacr.com, dchacon@inversioninmobiliariacr.com

Foto: Cortesía de 2CRRealEstate


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Corría el año 2004, eran tiempos de bonanza en todo sentido: el comercio mundial registraba tasas de crecimiento robustas, las tasas de interés favorecían los negocios apalancados y la aversión era un término casi olvidado en el vocabulario de los mercados.

Bajo ese contexto, la cadena Four Seasons anunció la apertura de su nuevo complejo en el Golfo de Papagayo, polo de desarrollo turístico de la reconocida, pero poco conocida Costa Rica, destino que promovía arena y sol, playas exóticas y naturaleza exuberante durante la misma estación que los norteamericanos enfrentan el crudo invierno.

La llegada de esta marca reconocida en el mundo terminó de convencer a los escépticos a conocer el Pacífico Norte costarricense, y el rumor corrió como la brisa en la arena: un nuevo paraíso se abría al desarrollo inmobiliario, a pocas horas de Estados Unidos y con condiciones aptas para invertir.

Han pasado 15 de años desde aquel momento, pasó también la “fiebre de oro” de la construcción, la crisis subprime y financiera global, recesiones y hasta una crisis de índole fiscal en Costa Rica.

Pareciera ser que la turbulencia ya ha sido superada, y con mucha mayor madurez que en aquel momento, el desarrollo inmobiliario en Guanacaste está levantando, esta vez más cauto y más perfilado a inmuebles de alto valor.

Y, a diferencia de hace 15 años, Guanacaste no está solo.

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Infraestructura, clave para resurgir en estratos altos

El tiempo no ha pasado en vano para Guanacaste.

De aquel primer boom costero, en el que Costa Rica se vendía como un destino barato, es poco lo que perdura.

“La inversión era motivada por la combinación de la belleza y tranquilidad del país, con expectativas de plusvalía y retorno increíble”, recordó Todd Cutter, propietario de 2CostaRicaRealEstate.

Hoy día, ha cambiado la forma en que el comercio ha surgido para atender las oportunidades que ofrece el turismo en torno al Polo Turístico de Papagayo, Nosara, Tamarindo y Playa Grande, por citar algunos sitios de interés.

La diversificación de la oferta gastronómica, la aparición de boutiques exclusivas, la llegada de cadenas internacionales y la perfilación del comercio para dar una atención selectiva al turista de mayor poder adquisitivo han mejorado la perspectiva de la locación.

Resultado de ello, la especialización de comercio ha influenciado de forma interesante el perfil del turista que visita Guanacaste, evolucionando a uno más sofisticado y exigente, al tratarse de personas pertenecientes a estratos altos.

“Ahora estamos experimentando inversionistas con expectativas más altas en términos de infraestructura, amenidades, diseño, acabados y lujo. Costa Rica ha madurado a los ojos del mercado internacional”, advirtió Todd.

Quien compra puede encontrar retornos positivos, pero ya son menos las promesas de retornos exorbitantes. De hecho, muchos compradores enfocan su inversión en el largo plazo, que es el camino correcto para lograr el crecimiento sostenible del Real Estate residencial costero.

Yalile Alpízar, CEO de CR Luxury Real Estate coincide en afirmar que existe un nuevo auge en las costas, y que es predominantemente impulsado por extranjeros que buscan una casa para vacaciones y/o descanso, de jubilación o que ven la compra como una inversión.

En su criterio, las estadísticas de incremento en el flujo de turistas inciden en la actividad del Real Estate, y según indicó, “ha quedado demostrado por el aumento en el flujo de turismo durante el último año”.


Foto: Cortesía de CR Luxury Real Estate


Referenció, por ejemplo, que la visitación de europeos incrementó un 14% y que la de estadounidenses un 6%, siendo esta razón uno de los principales activadores de la venta de residencia, porque “esas mismas personas que vienen por turismo, son potenciales compradores”, afirmó Alpízar.

Según las estadísticas del Instituto Costarricense de Turismo, el 27,7% de los visitantes que ingresan por el aeropuerto Daniel Oduber, de Liberia, poseen una edad en el rango entre 55 a 64 años. Este es el grupo etario de mayor peso y, para efectos del análisis, la población con mayor capacidad y motivaciones para adquirir una vivienda de lujo.

Destaca también que un 12,5% del total de turistas alquilaron una vivienda, el 5,9% indicó que se quedaría en la casa de un amigo y un 5,5% manifestó tener una vivienda propia. Esta última estadística incrementa al 6,6% si se analizan únicamente las respuestas de los visitantes estadounidenses, y decae al 3,4% y al 0,4% para el caso de los canadienses y europeos, respectivamente.


¿Cuánto y dónde?

Comprar una propiedad de lujo en el Pacífico de Costa Rica requiere un presupuesto mínimo de $500.000; empero, el rango llega a los $4.000.000 en varios lugares. Existen incluso opciones más caras, pero la mayoría está en ese rango, detalla Alpízar.

En las cercanías de la playa, ha incrementado la densidad de condominios verticales, especialmente por la menor disponibilidad de terreno. Las casas siguen siendo opción; empero, están un poco más alejadas de la costa; además, aprovechan las vistas y privacidad para atreverse con diseños más disruptivos.

Yalile Alpízar enfatiza que el desarrollo de lujo se está dando en dos direcciones: uno masivo principalmente en el Pacífico Norte y Central; y otro más sofisticado y con un claro estilo de vida en apego con la protección del medio ambiente en el Pacífico Sur y algunas excepciones en el norte como Nosara.

Cutter define a los primeros como locaciones más pulidas, con un evidente mayor desarrollo de amenidades, servicios e infraestructura para quienes buscan el complemento a la exclusividad de las viviendas de lujo desarrolladas en Papagayo, Tamarindo, Conchal y Avellanas, por ejemplo.

“Lo anterior, combinado con criterio como la seguridad y la accesibilidad al aeropuerto de Liberia, hace de la provincia un sitio interesante para la inversión”, puntualizó Cutter.

El crecimiento de este nicho seguirá y está vinculado al desarrollo que está teniendo la propuesta de complejos como Las Catalinas, Four Seasons, Riu, Westin Concha, Hacienda Pinilla o Dreams Las Mareas, entre otros.

Por otro lado, en el Pacífico Sur y algunas playas en Guanacaste, se gesta una propuesta de lujo basada en criterios de autenticidad del destino, la conservación y armonía con el medio ambiente, bajo criterios más boutique tanto en densidad de la infraestructura turística como en temas de diseño.

A este grupo pertenecen destinos como Santa Teresa y Nosara, en el Pacífico Norte, y Dominical y Uvita en el Pacífico Sur. Son proyectos tipo boutique, sumamente lujosos, sin tanto desarrollo corporativo o masivo, que incorporan la flora, fauna y privacidad en un concepto de lujo que puede acomodar al cliente más exigente”, acotó Cutter.


Foto: Cortesía de CR Luxury Real Estate

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Retos en el horizonte

Toda oportunidad tiene sus contrapesos, y para el caso de la inversión en el Pacífico de Costa Rica también los hay.

El país centroamericano recién aprobó un plan fiscal como medida para revertir el desequilibrio de las finanzas públicas. El costo de vida es elevado respecto a sus pares en la región y ya dejó de ser aquel país donde se podía comprar barato.

“Si se aplica el impuesto de ganancias de capital, eso será un aspecto más que va a incidir en que los extranjeros se sientan menos motivados a invertir en el país”, prevé Alpízar.

La afectación radica en que, si una persona vende una propiedad, la ganancia entre el valor registrado en libros y el monto en que se vendió estará sujeto al pago de impuesto sobre renta.

Por su parte, Cutter enfatiza en que los precios son altos y no se puede vender con la promesa de plusvalía radical y retornos exorbitantes. Es malo porque merma la llegada de capitales, pero defiende la locación de capitales especulativos al fomentar transacciones de inversionistas con visión de mediano y largo plazo.

 

 

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